18 de febrero de 2012

¿Confianza - costos = eficiencia en el tránsito?

¿Es posible predicar un principio de confianza en la conducta de los demás usuarios de la vía pública? 
Si las normas de tránsito procuran ―aunque por los hechos y las estadísticas no parezca― crear un orden determinado para el uso y goce pacífico de la vía pública, la respuesta debería ser afirmativa. 

Vale considerar, entonces: ¿para qué crear una situación de confianza entre los usuarios? Tal situación de confianza permitiría evitar los costos de transacción que implica, por ejemplo, cada vez que se llega a una bocacalle ponerse a "negociar" con el otro quién tiene la prioridad de paso ((ver)); o evitar que, desordenadamente (ley de la selva), el vehículo más "grande" (o que se desplaza con más velocidad), de manera oportunista, se imponga por la fuerza ante los demás usuarios ((ver)). 
Podría decirse que la previsibilidad genera confianza; la confianza permite disminuir costos de negociación y así las relaciones deberían tender a ser más eficientes
De este modo cada uno puede dedicar su atención a cosas relevantes. 

La realidad permite reflexionar sobre esto. 

Cabe analizar, también, de qué manera este razonamiento podría (¿debería?) influir (¿mediante ―incentivos― sentencias positivas-negativas?) en la asignación judicial de responsabilidad por infracción a este principio de confianza en el uso de espacios comunes.